domingo, 19 de abril de 2009

La Virgen de los Dolores

La Semana Santa del 2009 ya ha concluido, y lo ha hecho con un lucimiento que casi ni nos acordábamos, después de tantos años en que la lluvia no dejó realizar su estación de penitencia a muchas de las cofradías que toman las calles de la ciudad por estas fechas.
Me sería muy difícil destacar una cofradía de las que procesionan en Córdoba durante la Semana Santa, pues todas y cada una de ellas tienen elementos que destacar y que las hacen atractivas, tanto al creyente como al que no lo es. A pesar de ello, uno de los criterios que valoro más y son más importantes es el de la antigüedad de la talla y su valía artística; eso es lo que me ha hecho elegir la imagen sobre la que voy a escribir hoy.
Una de las vírgenes a las que se les tiene más devoción en la ciudad –no en vano se le llama la Señora de Córdoba- es Nuestra Señora de los Dolores. Normalmente es una imagen a la que los cordobeses profesan un gran fervor religioso, pero es justo antes del comienzo de la Semana Santa, durante el Viernes de Dolores, cuando se reúnen ante ella una multitud de fieles que, siguiendo una tradición muy arraigada en la ciudad, desfilan ante la virgen haciendo largas colas para pedirle algún favor, agradecerle el haberlo recibido o, simplemente, por hacerle una visita en este día tan señalado y contemplar la belleza con que se adorna la iglesia.
La iglesia, situada en la plaza de Capuchinos, ocupa un lateral de dicha plaza. Se encuentra bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, aunque también se le llama de San Jacinto, por haber pertenecido al hospital de igual nombre. El origen del hospital de San Jacinto se encuentra en otro lugar de la ciudad, concretamente en la collación de San Juan de los Caballeros –actual zona de la Trinidad-, donde es fundado allá por el año 1596. Transcurridos los años, en 1710 se decide su traslado al lugar que ocupa en la actualidad, iniciándose la construcción de hospital e iglesia, cuyas obras concluyen en 1731, siguiendo la estética barroca típica de la época.
Tras el traslado al nuevo lugar, se funda una cofradía con la advocación de la Virgen de los Dolores, utilizando para ello una imagen existente –la actual Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo de la hermandad de la Misericordia- que los hermanos cofrades deciden sustituir por otra de nueva factura. Para ello se encarga el trabajo al escultor granadino Juan Prieto, que esculpe una virgen que no es del total agrado de la cofradía, por lo cual talla una nueva en 1719 que es la que existe en la actualidad.
Desde esta fecha se puede contemplar a Nuestra Señora de los Dolores procesionando en nuestra Semana Santa, primero sola y a partir del siglo XIX formando parte de la procesión del Santo Entierro, situación que se mantiene hasta la década de 1930, cuando la hermandad vuelve a independizarse e incorpora la imagen del Cristo de la Clemencia, tallada en 1939 por el escultor valenciano afincado en Córdoba Amadeo Ruiz Olmos. Dicha imagen sigue la estética del Cristo de los Faroles, situado en la plaza de Capuchinos, frente a la puerta de la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores.
Dada la devoción que adquiere la Virgen de los Dolores en la ciudad de Córdoba, en el año 1965 se decide su coronación canónica, tras la cual pasa a denominarse Nuestra Señora de los Dolores Coronada. A partir de ahí, la devoción que los cordobeses mantienen hacia la virgen no ha hecho más que acrecentarse, llegando así a la actualidad, cuando tanto el Viernes de Dolores como el Viernes Santo podemos contemplar las imágenes de fervor que suscita la Señora de Córdoba.

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