El origen de esta devoción está en el establecimiento en la ciudad de dos comunidades diferentes de frailes carmelitas. La primera durante el siglo XVI en el convento de Nuestra Señora del Carmen, y la segunda en el convento de San José, popularmente llamado de San Cayetano, en el siglo XVII. De las dos vírgenes, posiblemente sea la establecida en la iglesia de San Cayetano la que mantenga en la actualidad un mayor arraigo en el sentir popular, propiciado principalmente por el colegio –también llamado del Carmen-, regentado por los padres carmelitas.
Pero hoy voy a hablar de la otra virgen, en particular de la iglesia en la que se encuentra ubicada, la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, situada en las inmediaciones del lugar donde antiguamente se encontraba la Puerta Nueva, puerta principal de entrada a la ciudad de los viajeros que llegaban por el camino real procedente del norte de la península.
Como decía anteriormente, el origen de la iglesia está en el establecimiento en la ciudad, en 1580, de una comunidad de Carmelitas Calzados. Éstos construirán una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen que poco a poco irá adquiriendo mayor importancia, hasta llegar a ser en el siglo XVIII uno de los conventos principales de la ciudad. Esta preponderancia que había tomado sufre un punto de inflexión con la llega a la ciudad de las tropas francesas, que ocupan el convento y producen numerosos daños en él. El paso de los años no hace más que agravar la situación, produciéndose la exclaustración de los frailes durante la fiebre desarmortizadora del siglo XIX. Ya en los comienzos del siglo XX la iglesia amenaza ruina y tiene que sufrir una restauración que la salva de males mayores, reabriéndose al culto en la década de 1940. Posteriormente, las dependencias de lo que había sido el convento se integran en la Facultad de Derecho que se instala en aquel lugar.
La iglesia es de estilo barroco. Su interior consta de una sola nave a la que se accede por una puerta lateral. La puerta principal se encuentra en la actualidad tapiada, aunque se puede admirar junto a una zona ajardinada perteneciente a la facultad. Aunque exteriormente el aspecto de la iglesia es bastante sobrio –excepto la puerta principal y la espadaña, que aporta cierta verticalidad al conjunto-, es el interior de ésta el que conserva la joya del conjunto. Se trata del, posiblemente, mejor retablo pictórico que se encuentra en la ciudad, solo equiparable con los situados en la catedral. Las pinturas fueron realizadas en 1655 por el famoso pintor sevillano afincado en la ciudad Juan de Valdés Leal. Entre otras figuras de santos destaca la pintura central del retablo, en la que aparece San Elías ascendiendo a los cielos en su carro. Solo por contemplar estas maravillosas pinturas vale la pena una visita a la iglesia.
Aparte de todo lo citado, y para acabar, también aconsejo una visita el antiguo claustro del convento, integrado como patio principal de la Facultad de Derecho.
