viernes, 31 de julio de 2009

Nuestra Señora del Carmen

El pasado día 16 de julio se celebró el día de Nuestra Señora del Carmen, la virgen marinera y, al igual que comentaba en el inicio del post anterior al referirme al día de San Juan, esta devoción está más extendida en las zonas costeras que en las tierras del interior. Ello no es óbice para que en Córdoba no se tenga una particular devoción a esta virgen; no solo eso, sino que la advocación de la Virgen del Carmen se da en la ciudad por partida doble, en dos imágenes diferentes que poseen el mismo nombre.
El origen de esta devoción está en el establecimiento en la ciudad de dos comunidades diferentes de frailes carmelitas. La primera durante el siglo XVI en el convento de Nuestra Señora del Carmen, y la segunda en el convento de San José, popularmente llamado de San Cayetano, en el siglo XVII. De las dos vírgenes, posiblemente sea la establecida en la iglesia de San Cayetano la que mantenga en la actualidad un mayor arraigo en el sentir popular, propiciado principalmente por el colegio –también llamado del Carmen-, regentado por los padres carmelitas.
Pero hoy voy a hablar de la otra virgen, en particular de la iglesia en la que se encuentra ubicada, la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, situada en las inmediaciones del lugar donde antiguamente se encontraba la Puerta Nueva, puerta principal de entrada a la ciudad de los viajeros que llegaban por el camino real procedente del norte de la península.
Como decía anteriormente, el origen de la iglesia está en el establecimiento en la ciudad, en 1580, de una comunidad de Carmelitas Calzados. Éstos construirán una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen que poco a poco irá adquiriendo mayor importancia, hasta llegar a ser en el siglo XVIII uno de los conventos principales de la ciudad. Esta preponderancia que había tomado sufre un punto de inflexión con la llega a la ciudad de las tropas francesas, que ocupan el convento y producen numerosos daños en él. El paso de los años no hace más que agravar la situación, produciéndose la exclaustración de los frailes durante la fiebre desarmortizadora del siglo XIX. Ya en los comienzos del siglo XX la iglesia amenaza ruina y tiene que sufrir una restauración que la salva de males mayores, reabriéndose al culto en la década de 1940. Posteriormente, las dependencias de lo que había sido el convento se integran en la Facultad de Derecho que se instala en aquel lugar.
La iglesia es de estilo barroco. Su interior consta de una sola nave a la que se accede por una puerta lateral. La puerta principal se encuentra en la actualidad tapiada, aunque se puede admirar junto a una zona ajardinada perteneciente a la facultad. Aunque exteriormente el aspecto de la iglesia es bastante sobrio –excepto la puerta principal y la espadaña, que aporta cierta verticalidad al conjunto-, es el interior de ésta el que conserva la joya del conjunto. Se trata del, posiblemente, mejor retablo pictórico que se encuentra en la ciudad, solo equiparable con los situados en la catedral. Las pinturas fueron realizadas en 1655 por el famoso pintor sevillano afincado en la ciudad Juan de Valdés Leal. Entre otras figuras de santos destaca la pintura central del retablo, en la que aparece San Elías ascendiendo a los cielos en su carro. Solo por contemplar estas maravillosas pinturas vale la pena una visita a la iglesia.
Aparte de todo lo citado, y para acabar, también aconsejo una visita el antiguo claustro del convento, integrado como patio principal de la Facultad de Derecho.

miércoles, 8 de julio de 2009

San Juan de los Caballeros

Hace poco que pasó el día de San Juan, y aunque en Córdoba no se acostumbra a celebrar este día tan señalado como en otras regiones de España, especialmente en zonas costeras de levante o Cataluña, aquí se tiene memoria de este santo (en este caso San Juan Bautista) en la iglesia de San Juan de los Caballeros.
El origen de la iglesia está en una de las collaciones instituidas por Fernando III tras la conquista de la ciudad a los musulmanes en 1236, quedando, como ya dije anteriormente, bajo la advocación de San Juan Bautista. También se le llama de San Juan de los Caballeros por estar situada en sus inmediaciones la casa de los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén. Esta collación, la más pequeña de la ciudad, se une a finales del siglo XVIII a la de Omnium Sanctorum (Todos los Santos), que tenía su iglesia en muy malas condiciones en esa época –la iglesia de Omnium Sanctorum se encontraba frente a lo que hoy en día es el Gobierno Militar-; la misma iglesia de San Juan, encontrándose también en malas condiciones, deja de ser la sede parroquial en la década de 1870, pasando ésta a situarse en la iglesia del antiguo convento de la Trinidad, manteniéndose así hasta la actualidad. Tras la pérdida de la importancia que tuvo en otros tiempos, la pequeña iglesia es cedida en 1880 a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, congregación fundada por la perabense Santa Rafaela María de Porras. Es así como pasa a ser la capilla del colegio que regentan estas religiosas.
La iglesia se instaura en su origen, como era habitual en esas fechas, en el lugar que ocupaba una antigua mezquita, de la cual se reaprovechan algunos elementos, de los cuales aún subsiste el alminar, convertido en torre de la iglesia. Este alminar no es el único que existe en la ciudad, -aún podemos ver otros como los de las iglesias del convento de Santa Clara, o Santiago, o incluso el alminar de la mezquita mayor oculto bajo el actual campanario-, pero de los aún existentes es el mejor conservado de todos, además de ser el más antiguo, datándose entre mediados del siglo IX y principios del siglo X.
Nada se conserva en la iglesia de su época original. Ha sufrido varias reedificaciones; la primera en el año 1637 y una posterior en 1799, cuando se construye lo que podemos contemplar en la actualidad, si exceptuamos la torre-alminar. Se trata de una pequeña iglesia de tres naves en la que destaca el estilo neoclásico en que está construida, aunque también pueden contemplarse algunas reformas contemporáneas que le han dado un mayor realce. Ya solo quedaría la restauración del alminar, que a pesar de su importancia se encuentra en muy mal estado de conservación, por lo que no estaría mal que las instituciones se acordaran de restaurarlo algún día de estos.